jueves, 9 de febrero de 2012

Plataforma política Borrador para la discusión




Marcha Patriótica por la definitiva independencia
Juntar las rebeldías
Plataforma política
Borrador para la discusión

La Marcha Patriótica es el lugar de encuentro de múltiples procesos de organización, resistencia y lucha de hombres y mujeres del común, que han decidido hacer suyo el ejercicio de la política con el propósito de avanzar en forma decidida hacia el logro de nuestra definitiva independencia.

La Marcha Patriótica se fundamenta en una concepción de la política que tiene el propósito de superar entendimientos que reducen su ejercicio a los espacios exclusivamente institucionales o a las formas de organización brindadas por el Estado y el sistema político. El resultado de ello ha sido el disciplinamiento y la crisis de los partidos políticos, convertidos predominantemente en maquinarias electorales que sirven de soporte a la reproducción de la democracia gobernable

La Marcha Patriótica se asume como un movimiento político cuyo propósito consiste en contribuir a interpretar y hacer parte de los acumulados y de las nuevas dinámicas de la acción colectiva en nuestro país, que vienen mostrando el deseo y la disposición creciente de sectores sociales y populares por un ejercicio de la política estrechamente ligado a la multiplicidad de conflictos sociales y clase, generados por la formación socioeconómica capitalista imperante en el país.

La Marcha Patriótica aspira a ser una expresión organizada del movimiento real de las resistencias y luchas de los hombres y mujeres del común, que cotidianamente en todos los rincones del país, en forma heroica y pese a las adversidades, actúan por una patria grande, digna y soberana.

La Marcha Patriótica no se concibe en competencia con otros procesos sociales y populares en el campo de la izquierda colombiana, pretende más bien contribuir a un necesario proceso de unidad.

La Marcha Patriótica se concibe como un movimiento político de izquierda, antineoliberal, anticapitalista, antiimperialista, con definida vocación de poder, que busca materializar sus propósitos con base en los siguientes ejes programáticos:
·         Solución política al conflicto social y armado
·         Construcción de un bloque hegemónico de poder del común y organización autogestionaria de la vida colectiva
·         Reparación integral a las víctimas de violencia estatal y paramilitar
·         Reapropiación social de los bienes públicos y comunes privatizados
·         Relacionamiento no depredador con la naturaleza
·         Tierra y territorio para atender las necesidades del común  
·         Superación de las formas capitalistas de producir las bases materiales de la vida
·         Estado de derecho garante de los derechos del común
·         Soberanía, autodeterminación, internacionalismo y dignidad nacional
·         Cultura de la solidaridad, la cooperación, la fraternidad y el afecto
·         Prolongación de las luchas por la dignidad, la emancipación y la liberación

1.      Solución política al conflicto social y armado

La idea de una solución militar al conflicto social y armado mediante la imposición de una paz de los vencidos, ha fracasado tras más de cinco décadas. La confrontación militar muestra incluso que en guerras de largo aliento como la colombiana son posibles las idas y venidas, pues las fuerzas en contienda siempre tienen la posibilidad de desplegar su capacidad adaptativa o de rehacer sus estrategias para proyectarlas en diferente escala. La actual política gubernamental de prolongar la guerra indefinidamente resulta un contrasentido ético, político, económico y sociocultural. Su continuidad solamente beneficia a quienes a quienes han hecho de ella un gran negocio, para de paso mantener sus privilegios. Igualmente, a los intereses geopolíticos imperialistas mediante su intervencionismo contrainsurgente en la región.

La Marcha Patriótica hace suyas las voces provenientes de diversos sectores de la sociedad colombiana y, en especial, de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, así como de los sectores sociales y populares urbanos, que vienen exigiendo una solución política al conflicto social y armado. Y ésta no puede ser un asunto de competencia exclusiva de las fuerzas involucradas directamente en la contienda militar. La solución política debe ser apropiada socialmente y constituirse en una de las principales demandas de los hombres y mujeres del común en la etapa actual. Las realización de constituyentes regionales por la solución política y la paz, y de una Asamblea nacional de constituyentes regionales, representa el camino con el que nos comprometemos para contribuir a mostrar que sólo mediante el diálogo y la negociación, y el logro de acuerdos para superar las condiciones que han generado la guerra en nuestro país, será posible transitar hacia una sociedad que pueda tramitar sus conflictos sociales y de clase a través del exclusivo ejercicio de la política.

2.      Construcción de un bloque hegemónico de poder del común y organización autogestionaria de la vida colectiva

A cerca de dos siglos de las gestas de la primera independencia, el bloque hegemónico de poder ha impuesto en nuestro país un proyecto de acumulación de capital que brinda las más amplias garantías al capital corporativo transnacional, a un puñado de grupos económicos de grandes capitalistas criollos, y a unos cuantos latifundistas y terratenientes, todos ellos arropados bajo el manto del capital financiero transnacional y profundamente imbricados con él. Al mismo tiempo, tal bloque ha precarizado como nunca las condiciones de trabajo, vida y existencia de la población, y producido las más masiva expropiación de ingresos y propiedades en campos y ciudades de hombres y mujeres del común, que se tenga conocimiento en nuestra historia. El proyecto de acumulación, delineado e implementado a través de la ideología y la política neoliberal, remozada y actualizada en forma permanente, se acompañó de la conformación de un régimen político que asumió la forma de un Estado de excepción permanente, es autoritario en su naturaleza, y posee en su estructura rasgos criminales, mafiosos y corruptos. Aunque su forma jurídico-política es el Estado social de derecho, en sentido estricto es una representación del Estado de derecho como tiranía. Su estabilidad y reproducción se ha basado, por una parte, en una relación cambiante entre orden de derecho, violencia e ilegalidad; por la otra, en la conformación de un sistema político y de partidos que ha permitido a través de los procesos electorales la proyección de un régimen de democracia gobernable aparentemente sólido.

La Marcha Patriótica declara su vocación de poder y manifiesta que su principal propósito político consiste en quebrar y superar el bloque hegemónico que impera actualmente en país, y en contribuir con la construcción de un nuevo bloque histórico de poder, en cuya base se encuentren expresadas política y organizativamente las clases subalternas, los hombres y mujeres del común. Tal bloque deberá ser el resultado de todas las experiencias de construcción de poder desde abajo en curso, en diferente escala, mediante las más variadas formas, y en los más variados lugares de la geografía nacional, y de todas las nuevas que habrán de llevarse a cabo. Asimismo, de la confluencia unitaria con todos los demás procesos políticos y organizativos, que compartan los propósitos de esta plataforma o que manifiesten su voluntad y disposición de discutirlos o de formular nuevos, con miras a lograr la unidad del pueblo colombiano, para superar definitivamente las históricas condiciones de dominación y explotación. La construcción de un nuevo bloque histórico deberá ser conducente a la redefinición del modo de producción y de vida, a la transformación estructural del Estado y de la cultura.

La Marcha Patriótica aboga por una transformación del Estado tendiente a la superación de las estructuras de dominación y explotación sobre las cuáles éste se ha erigido y al desmonte de la forma jurídico-política que ha hecho del Estado de derecho una tiranía de las clases dominantes en cabeza del poder ejecutivo. Asimismo por la erradicación de sus rasgos criminales, mafiosos y corruptos. La Marcha busca la reorganización de la vida colectiva con fundamento en la generalización de una concepción de democracia que garantice y propicie la deliberación y la autogestión en todos los campos de la vida económica, política y sociocultural. Igualmente, busca el establecimiento de un orden del derecho basado en formas de organización y administración de la política y del ejercicio del poder que dé cuenta de ese principio democrático, y deje atrás el sistema de representación con referencia al mero procedimiento electoral.

La Marcha reivindica las formas de organización de la política y del poder producidas por los hombres y mujeres del común a través de cabildos, procesos constituyentes locales, o juntas y asambleas populares; también aquellas de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes. En todos ellas aprecia la potencia plebeya para el ejercicio de la política y del poder.

3.      Reparación integral a las víctimas de violencia estatal y paramilitar

El bloque de poder, cuya base económica se encuentra en la alianza financiero-terrateniente, consolidó durante las últimas décadas sus estructuras de dominación y explotación, así como su control hegemónico sobre la sociedad a través del ejercicio indiscriminado de la violencia estatal y paramilitar, y de la puesta en marcha de una guerra contra el pueblo. El resultado de ello ha sido la expropiación de más de siete millones de hectáreas de tierra, el desplazamiento forzado de más de cinco millones de personas (y con ello el aumento de la miseria urbana), la muerte o desaparición por razones políticas de más de doscientos mil compatriotas y, además, el alistamiento del territorio para el emprendimiento de nuevos y grandes negocios del empresariado capitalista. Las políticas gubernamentales recientes, pese a que han anunciado una reparación integral de las víctimas, apenas alcanzan a cumplir la función de paliativo si se consideran sus diseños y los precarios recursos dispuestos para su ejecución, además de no afectar sustancialmente las condiciones que provocan el ejercicio de la violencia.

La Marcha Patriótica acoge las exigencias y reivindicaciones de las víctimas de la violencia estatal y paramilitar, y del conflicto armado interno, por la verdad, la justicia, la reparación integral, las garantías de no repetición, y la reconstrucción de la memoria. Igualmente, asume como suyas las demandas de la población expropiada y desplazada por la restitución de sus tierras y demás propiedades, la indemnización por el no usufructo, y el establecimiento, producido el retorno,  de condiciones dignas de vida, trabajo y existencia. 

4.      Reapropiación social de los bienes públicos y comunes privatizados

Más de dos décadas del proceso de neoliberalización de la economía, impuesto por las clases dominantes, han producido una gigantesca redistribución regresiva de la propiedad y del ingreso en nuestro país. Los ricos se hicieron más ricos, y convirtieron a la sociedad colombiana una de las más desiguales de América Latina y del mundo. La prosperidad que tanto se pregona en el país es la de un puñado de transnacionales y de grandes empresarios, que concentran en forma escandalosa propiedad y patrimonio. Su prosperidad es en buena medida el producto de la expropiación de bienes comunes y también de los acumulados históricos del trabajo de hombres y mujeres del común expresados en bienes públicos, apropiados mediante procesos de privatización, que comprenden un amplio espectro que va desde las enajenaciones de empresas hasta leoninas concesiones al empresariado privado. Banca y finanzas, telecomunicaciones, energía eléctrica, transporte, vías, puertos, aeropuertos, industria, servicios públicos, seguridad social, salud, educación, y más recientemente recursos naturales no renovables, fuentes de agua, bosques, biodiversidad, conocimiento ancestral han sido sometidos y continúan siéndolo a procesos de mercantilización y privatización.

La Marcha Patriótica tiene el firme propósito de luchar por la reapropiación social de la riqueza expresada en bienes públicos y comunes, con miras a trasformar estructuralmente las relaciones de propiedad y de distribución, propiciar una sociedad que reduzca significativamente el patrón de desigualdad, y promover su usufructo y conservación en función de los intereses y las necesidades de los hombres y mujeres del común. Desneoliberalizar, desmercantilizar, desprivatizar, reapropiar, usufructuar y distribuir socialmente constituyen referentes fundamentales de la política que promoverá la Marcha para sentar las bases del vivir bien de la población. 

5.      Relacionamiento no depredador con la naturaleza

El proceso de neoliberalización que se ha adelantado en el país ha profundizado e intensificado el carácter destructor y depredador que en términos socioambientales tiene la economía y la reproducción capitalistas, afectando en forma creciente las condiciones de vida y de existencia de la actual generación y de las generaciones futuras. La exacerbación y magnificación del consumo, así como la promoción de economías del desperdicio acentúan el deterioro socioambiental en las ciudades. Asimismo, el despliegue de las economías extractivas, de explotación intensa y despiadada de los recursos naturales, viene destruyendo el paisaje rural socioambiental, y transformando la vida de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes.

La Marcha Patriótica propugna por un relacionamiento no destructor ni depredador con la naturaleza; asume que ésta debe ser concebida como fuente de vida, antes que de explotación de recursos, y considera que las relaciones a construir deben basarse en los principios de la sustentabilidad, de la integralidad de la biodiversidad y de la reproducción de sus condiciones. Las transformaciones sociales que impulsa la Marcha son al mismo tiempo transformaciones socioambientales, encuazadas a  la redefinición del modo de producción y de vida.

6.      Tierra y territorio para atender las necesidades del común  

La dinámica de la acumulación capitalista ha impuesto un modelo económico en el que la tierra y el territorio ocupan un lugar central. La decisión política de propiciar un proceso de reprimarización de la economía, inmerso en los procesos de la acumulación especulativa y de la financiarización transnacional ha conducido a la explotación intensiva de recursos naturales tales como el petróleo, el gas, el carbón, el ferroníquel, el oro, el coltán y otros metales. Asimismo al despliegue de megaproyectos infraestructurales y de generación de energía basados en el uso de la riqueza hídrica. También a la promoción de la explotación económica de la riqueza forestal y al estímulo a los grandes agronegocios basados en la producción de etanol y biodiesel, que comprometen de paso, en forma severa, la producción de alimentos, al imponer para ese propósito monocultivos de palma aceitera, caña de azúcar, maíz, remolacha azucarera y soja. Todo ello ha implicado un proceso de conquista y de colonización capitalista de la geografía nacional, recurriendo en forma reiterada al ejercicio de la violencia, en el que la cuestión de la propiedad sobre la tierra y las definiciones sobre su uso, así como la producción del territorio de acuerdo con esos propósitos se encuentran en el primer orden de prioridad. En esa misma dirección se están generando las condiciones y el marco normativo para el despliegue de un mercado de tierras que legalice el despojo del que ha sido objeto los campesinos, indígenas y afrodescendendientes, se promueva un nuevo ciclo de concentración de la propiedad y se estimule la compra masiva de tierras por corporaciones transnacionales y grandes grupos económicos.

Por otra parte, los espacios urbanos, las ciudades, vienen siendo organizados como prestadores de servicios de los flujos transnacionales del capital en todas sus modalidades y, especialmente, como territorios de inversión en infraestructura y de especulación inmobiliaria, especialmente a través del negocio de la vivienda por la vía del endeudamiento de los hogares del pueblo trabajador.

La Marcha Patriótica declara la defensa de la tierra y del territorio como una prioridad y reafirma su decisión de luchar por una producción social del territorio que dé cuenta de los intereses de los hombres y mujeres del común y, en especial, de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes. La Marcha se afirma en la necesidad de una reforma agraria integral, que además de resolver la cuestión de la propiedad, erradicando la propiedad latifundista y terrateniente, genere las condiciones para garantizar la soberanía y la seguridad alimentarias, así como el buen vivir de los pobladores del campo. La Marcha se opone a usos del suelo que tengan como propósito la explotación intensiva y depredadora de los recursos naturales y su entrega a las transnacionales, acompaña todos los movimientos biosocioterritoriales que se oponen a esos propósitos, asume como suya la defensa de los territorios de las comunidades y los pueblos indígenas y afrodescendientes, apoya irrestrictamente los procesos de zonas de reserva campesina, y respalda toda iniciativa hacia una producción autónoma y autogestionaria del territorio. Todo ello, lo comprende como parte del proceso de construcción de un nuevo poder popular, de hombres y mujeres del común.

La Marcha Patriótica plantea la necesidad de una reforma urbana integral, que supere el sometimiento de las poblaciones urbanas a la dinámica especulativa del capital financiero, en especial del capital comprometido con el negocio de la vivienda, y produzca un tipo de ordenamiento de las ciudades que posibilite el buen vivir de la población.

7.      Superación de las formas capitalistas de producir las bases materiales de la vida

La dinámica del desarrollo capitalista viene poniendo cada vez más en evidencia los límites históricos del modo de producción y de vida que han sido impuestos por el capital a escala planetaria. La crisis, en sus variadas dimensiones, económica y financiera, socioambiental, energética, alimentaria y sociocultural, viene mostrando la imposibilidad sistémica de la civilización del capital, así ésta se reproduzca y prolongue justamente con los efectos restauradores que provoca la propia crisis. La organización social basada en el afán extremo de lucro, el consumismo exacerbado y la producción del desperdicio no representa alternativa alguna para los hombres y mujeres del común. Todo ello se expresa en menor escala, en forma desigual y diferenciada y con intensidad distinta en nuestro país, y se encuentra representado en el modelo económico impuesto por las clases dominantes.

La Marcha Patriótica se concibe como un proceso esencialmente anticapitalista que tiene como uno de sus propósitos la transformación estructural del modo de producción y de vida. La reorientación de la producción de la base de la vida se encuentra en la promoción del valor de uso sobre el valor de cambio; por tanto, en la superación de las condiciones de mercantilización extrema imperantes en la sociedad. La Marcha apoya y promueve procesos de construcción de economías de resistencia, de economías populares, y de todas aquellas formas creadas por hombres y mujeres del común, que poseen referentes distintos al de economías de lucro y de explotación del trabajo humano.

8.      Estado de derecho garante de los derechos del común

La neoliberalización de la economía ha ido de la mano de la construcción de un orden jurídico-económico garante de los derechos del capital. Tal orden posee hoy un fundamento constitucional y legal y comprende el conjunto de normas mediante las cuales se la ha dado sustento jurídico a los procesos de acumulación de capital y a la creciente concentración de la riqueza y del capital. Con él se busca proteger y garantizar la tasa de ganancia de los inversionistas, y estimular sobre todo a las corporaciones transnacionales y a los grandes grupos económicos. Más recientemente ese orden se ha visto reforzado con los tratados de libre comercio, los acuerdos de protección y promoción recíproca de las inversiones y los contratos de estabilidad jurídica. Así como con la constitucionalización de la sostenibilidad fiscal. El Estado de derecho que se ha diseñado en nuestro país es en realidad el Estado de los derechos del capital, haciendo en buena medida de los derechos fundamentales y de los derechos humanos una mera retórica.

La Marcha Patriótica lucha por la superación de ese orden del derecho, y por establecimiento de un Estado de derecho, basado en una concepción de integralidad e indivisibilidad de los derechos, y verdaderamente garante de los derechos civiles y políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, de los hombres y mujeres del común, con un enfoque de género, diferencial, intercultural y pluriétnico. De manera especial, la Marcha declara su compromiso con los derechos de las mujeres, de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas; asimismo con de la comunidad LGBTI. Por otra parte, la Marcha asume las luchas del pueblo trabajador contra la precarización del trabajo y la redistribución regresiva del ingreso impuesta por el neoliberalismo y propugna por un régimen de derechos laborales individuales y colectivos que garantice el trabajo digno y el buen vivir de la población.

9.      Soberanía, autodeterminación, internacionalismo y dignidad nacional

El bloque hegemónico que ha detentado el poder en nuestro país ha cedido nuestra soberanía económica, política, sociocultural, alimentaria, jurídica y militar a las grandes potencias capitalistas, en especial, al imperialismo norteamericano, y hecho del país uno indigno y profundamente dependiente de los intereses del capital transnacional. El régimen especial de protección a los inversionistas extranjeros, los tratados de libre comercio, los acuerdos de protección y promoción recíproca de inversiones, la promoción de la integración neoliberal son un ejemplo de ello. También la instalación de bases militares y la subordinación de la política exterior a los intereses intervencionistas del imperialismo. Colombia ha sido convertida en un país plegado plenamente a la estrategia geopolítica de los Estados Unidos en América Latina

 La Marcha Patriótica es un proceso esencialmente antiimperialista, encaminado a la superación definitiva de las relaciones de dependencia económica, política, sociocultural, alimentaria, jurídica y militar, y con ello al restablecimiento de la soberanía y la dignidad nacional. La Marcha fundamentará los ejes de su política exterior en el principio de la autodeterminación de los pueblos, la no intervención, y el internacionalismo. Igualmente se encuentra comprometida con el sueño bolivariano de integración de los pueblos latinoamericanos. En ese sentido, hace suyos los procesos de construcción de poder popular que se adelantan en Nuestra América, con el concurso de amplios sectores sociales y populares, y propugnan por la construcción de una nueva sociedad que supere las históricas condiciones de dominación, explotación y de yugo imperial.

10.  Cultura de la solidaridad, la cooperación, la fraternidad y el afecto

Décadas de hegemonía neoliberal en nuestro país han producido una cultura de la deshumanización y de la segregación, cuyo fundamento se encuentra en el enaltecimiento de los valores del individualismo, el egoísmo, la meritocracia y la competencia. Ese darwinismo social, se ha acompañado además de una cultura del enriquecimiento rápido y de la acumulación ilícita, así como de la entronización de una especie de fascismo social, que promueve la liquidación y el exterminio del otro como forma de resolver los conflictos de naturaleza social.

La Marcha Patriótica propugna por la superación de esas condiciones de colonización sociocultural; su propuesta es esencialmente humanizadora, humanista y descolonizadora, y tiene como referente los valores de la solidaridad, la cooperación, la fraternidad y el afecto, presentes ellos en múltiples formas organizativas y de expresión política de los hombres y mujeres del común, de las agrupaciones obreras, de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes.

11.  Prolongación de las luchas por la dignidad, la emancipación y la liberación

La Marcha Patriótica se inscribe dentro de las trayectorias de rebeldía y de gestas emancipadoras e independentistas del pueblo colombiano, y de los pueblos de América Latina. La Marcha reivindica las luchas de Benkos Biohó, de José Antonio Galán, de Policarpa Salavarrieta, de Manuel Quintín Lame, de Jorge Eliécer Gatián, y de los millares de hombres y mujeres que en campos y ciudades han ofrendado su vida la liberación e independencia de nuestro pueblo. La Marcha Patriótica es ante todo bolivariana, en cuanto hace suyo el ideario del Libertador Simón Bolívar por una patria grande, digna y soberana, y lo asume como un compromiso ético y político por la definitiva independencia. La Marcha se comprende igualmente como prolongación y continuidad de las luchas obreras y populares por la democracia verdadera y el socialismo.
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